La gran industria del aborto

Según Amparo Medina, ex guerrillera izquierdista y activista política, desde los gobiernos se está promoviendo un negocio suculento que tiene como protagonistas a empresarios mercantilistas que buscan vender sus productos anticonceptivos a nivel masivo, la forma de operar es la siguiente: organizaciones no gubernamentales pagadas por farmacéuticas se inmiscuyen en el ámbito educativo, cultural y político; liderando las discusiones, foros, reuniones y debates, toman las escuelas, colegios, universidades, barrios y centros juveniles, para implantar el marxismo cultural contemporáneo, ya no se trata de la lucha dialéctica de proletarios contra burgueses, ahora los oprimidos y opresores son otros, la lucha se desata entre hombres contra mujeres y madres contra sus hijos, así se puede entender que se hable del patriarcado falocéntrico y que la embarazada tome al feto opresor como un parásito indeseable, arguyendo la decisión sobre su propio cuerpo.

Medina declara que siendo consultora de la ONU, fue testigo de cómo las políticas de salud reproductiva en las escuelas generan grandes recursos económicos para las empresas farmacéuticas que venden sus productos en contubernio con políticos, negocio redondo. Se vende la idea de la anticoncepción, al mismo tiempo que se vende la idea de que el embarazo es un problema que puede solucionarse: ¿Por qué se regalan preservativos en instituciones educativas o carnavales, como cuando se dan muestras “gratis” a quienes serán los futuros clientes?, sin embargo, dice Medina, que los resultados muestran que los embarazos de jóvenes se quintuplicaron, las enfermedades de transmisión sexual se quintuplicaron y las personas empiezan más jóvenes su actividad sexual. Solo se tienen que revisar los resultados.

Entonces, como no quieres tener hijos, puedes abortar, se engancha a los jóvenes en la promiscuidad, vendiéndoles preservativos de la más baja calidad que no resistirán la menor prueba para tener fines adversos a los esperados: embarazos. El sexo y la muerte venden, luego se comercializa la idea de que abortar puede ser gratuito y seguro, pero como no existe almuerzo gratis, alguien tiene que pagar cada legrado, se trata de poner en las espaldas de los contribuyentes las intervenciones abortivas, al mismo tiempo que el Estado subvenciona estos organismos, como la International Planned Parenthood Federation (IPPF) que era solventada en la era de Obama en Estados Unidos, más sus sucursales en todo el mundo que tienen clínicas para inducir a la muerte del feto, en vez de preparar a la maternidad o adopción. El senador estadounidense James Lankford denunció que la IPPF vende tejidos y partes de fetos abortados a centros de investigaciones, por eso, se vende la idea de que el feto no es ser humano para posteriormente ser transferido como cualquier mercancía, para eso necesitan de materia prima suficiente.

El debate sobre la despenalización del aborto en Argentina ha mostrado cuantos millones de dólares invierten estas industrias para conseguir sus propósitos en los parlamentos de países en vías de desarrollo, mercados emergentes de muerte.

Como liberales sabemos que no podemos defender la libertad ni propiedad privada sino existe el respeto a la vida, condición primaria, como la libertad termina donde empieza la vida y libertad de los demás, por eso proponemos, entre otras cosas, la institución de la adopción prenatal como un mecanismo jurídico para salvar dos vidas de los riesgos del aborto, también, conservar la responsabilidad y autoridad de los padres y la familia, antes que el Estado, sobre la vida de los hijos.