¿Qué opinión tenía Galeano sobre la coca?

¿Que opinión tenía Eduardo Germán María Hughes Galeano sobe la coca en “Las venas abiertas de América Latina”?, advertimos que no es una opinión favorable, considerando que en Bolivia grandes sectores sociales gustan del pensamiento de este escritor, al mismo tiempo de consumir -“coquear”- esta hoja originaria de los Andes sudamericanos, pero antes, debo admitir que fue mi amigo Luis René Baptista quien me hizo advertir estos aspectos en la obra de Galeano hace tiempo atrás.

Existe una especie de contradicción entre la persona vinculada con la hoja de coca (productor, transportador, comercializador, consumidor, apologeta), símbolo sagrado para muchos bolivianos y la conexión con la obra de Galeano, por lo tanto, es necesario advertir todo tipo de incoherencias, aunque somos conscientes que las contradicciones son características del populismo.

En el apartado: “Fiebre del oro, fiebre de la plata” de Las venas Abiertas, Galeano recuerda que el gobierno incaico monopolizó la distribución de esa hoja, que era destinada solo para fines rituales o para el duro trabajo en las minas, nada más, luego los españoles estimularon agudamente su consumo, creando incluso impuestos que eran administrados, en el Cuzco, por obispo y canónigos, siendo un espléndido negocio de españoles, por ejemplo, a las minas de plata de Potosí entraban anualmente cien mil cestos, con un millón de kilos de hojas de coca para los mitayos.

Entonces, esta hoja fue destinada para el sufrimiento: “Con las escasas monedas que obtenían a cambio de su trabajo, los indios compraban hojas de coca en lugar de comida: masticándolas, podían soportar mejor, al precio de abreviar la propia vida, las mortales tareas impuestas. Además de la coca, los indígenas consumían aguardiente, y sus propietarios se quejaban de la propagación de los ‘vicios maléficos`. A esta altura del Siglo XX, los indígenas de Potosí continúan masticando coca para matar el hambre y matarse y siguen quemándose las tripas con alcohol puro…”. Para Galeano esa droga no solo mata el hambre sino también mata a la persona que pijchea. En el apartado llamado: “Las fuentes subterráneas del poder”, se describe como trabajan los mineros en Bolivia: “Todos masticaban, mientras trabajan, hojas de coca con ceniza, y eso también formaba parte de la obra de aniquilación, porque la coca, como se sabe, al adormecer el hambre y enmascarar la fatiga, va apagando el sistema de alarmas con que cuenta el organismo para seguir vivo”. Queda claro el destino de quien bolea coca según Galeano.

Esta postura que considera a la coca como un alcaloide que provee excitación al aparato nervioso, pero que de ninguna manera puede suplir la alimentación básica, puede denominarse científica, lejana a la postura mística que considera a la hoja de coca como una divinidad que es oficialmente asumida por el gobierno de Bolivia.

Bolivia es un país que a constitucionalizado la sacralidad de la hoja de coca, y es gobernado por el máximo dirigente vitalicio de las confederaciones de cocaleros, los nuevos ricos que se han hecho del negocio de los españoles, pero ahora industrializan todos los derivados de la coca con subvenciones y apoyo estratégico del Estado, que ha creado la empresa nacional EBOCOCA, encargada de la industrialización de la coca.

Por las reformas constitucionales propiciadas por el cocalero Evo Morales, la Constitución Política del Estado dice en su Artículo 384°: “El Estado protege a la coca originaria y ancestral, como patrimonio cultural, recurso natural renovable de la biodiversidad de Bolivia, y como factor de cohesión social; en su estado natural no es estupefaciente…”, pero como hemos visto, el autor de la obra analizada, considera a la hoja de coca en su estado natural como estupefaciente.

Es necesario recordar estos pasajes de “Las venas abiertas de América Latina” porque muchos profesores de colegios y docentes universitarios hacen leer obligatoriamente a nuestros jóvenes este libro, creando revolucionarios resentidos, personas con mentalidad de víctimas que no ven en el pasado sino el saqueo, en el presente la continua explotación y un futuro negro por causa del capitalismo.

Esos profesores hicieran bien entregando para la lectura paralelamente: “El manual del perfecto idiota latinoamericano” de Carlos Alberto Montaner, Plinio Apuleyo Mendoza y Álvaro Vargas Llosa, así el estudiante podría tener una visión más amplia del problema y atreverse a pensar por sí mismo, porque El manual es como una especie de antídoto de Las Venas Abiertas, que el mismo Galeano indicó que no lo volvería a leer, porque cuando lo escribió no tenía los suficientes conocimientos políticos y económicos: “No sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado. Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital”.