El capitalismo aymara

La BBC Mundo de Londres hace poco divulgó un reportaje televisivo llamado: “Vea como son las mansiones de los millonarios aymara de Bolivia”. La Jornada de México, mediante la Associated press, también tiene un reportaje: “Con la nueva burguesía aymara nace en Bolivia la arquitectura “neoandina” y para el aniversario de la ciudad El Alto, se presentó un libro denominado: “La arquitectura de Freddy Mamani Silvestre” cuya autora es la italiana Elisabetta Andreoli, estos trabajos tratan sobre la construcción de las mansiones “cholets” denominativo que viene de chalet y cholo, una tendencia que tiene los siguientes nombres: “arquitectura aymara emergente”, “arquitectura neonandina”, “arquitectura cohetillo”, “arquitectura chola”.

De uno u otro modo, muestran lo mismo, un estilo barroco atrevido con símbolos andinos y reminiscencias del pasado ancestral aymara mezclado con símbolos tiahunacotas, imágenes de animales como el cóndor, la víbora y el puma, diversas figuras geométricas, como la cruz andina o “chakana”, pilares, superabundancia de adornos y diseños, y, sobre todo mucho colorido, colores chillones. Se estima que existen unas 120 obras en todo el territorio boliviano con esas características, la mayoría está en la ciudad El Alto, el precio de cada mini mansión oscila entre los 250.000 a 600.000 dólares americanos, de estos edificios, unos 60 y otros 20 en construcción, pertenecen al arquitecto Freddy Mamani, quien siendo maestro albañil ahora es un ingeniero civil y el constructor más representativo de esta escuela, los albañiles que trabajan con él, luego forman su propias empresas constructoras.

La difícil situación geográfica del altiplano, región de donde provienen, ha provocado que muchos campesinos aymaras emigren hacia las distintas ciudades para dedicarse principalmente al comercio informal, formando redes familiares de confianza. Actividad donde muchas de estas personas triunfaron a base de esfuerzo y sacrificio, pero muchos creen, erróneamente, que estos indígenas emergieron con la llegada de Evo Morales al poder, por ejemplo, en una nota de prensa digital del Dólar Today: “Ser rico es malo: Así son las mansiones de la nueva oligarquía indígena creada por Evo Morales” sustentan esta errónea concepción de la realidad, refutada por su mismo contenido, que menciona como estos “nuevos” ricos indígenas comerciantes informales empezaron vendiendo en las calles, el ejemplo que utilizan de Rosario Leuca acaudalada aymara que empezó vendiendo comida en la calle y ahora construye un segundo restaurante en su propio edificio, es significativo. ¿De qué manera Evo Morales pudo influenciar para el crecimiento económico de esta comidera?

Trabajo, ahorro, confianza y mercado. Toda esa ostentación de poder económico se debe al capitalismo. Por ejemplo, los exitosos comerciantes aymaras del Gran Poder, hace más de una década han viajado a la China para traer distintos productos, hasta existen marcas de herramientas como Uyustusbol, las telas Waratex, las mochilas Rossy y los accesorios de teléfonos celulares T&G que son algunas marcas que los comerciantes del Gran Poder han desarrollado en China. El propietario de Waratex, Egberto Tenorio, en una nota “Comerciantes del Gran Poder crean sus marcas en China”, explica como en los años 90, solo 10 comerciantes de telas viajaban a la China, ahora existen más de mil comerciantes que no solo recorren China, sino que viajan por la India, Tailandia, Egipto y Corea, es más, algunos comerciantes han decidido prescindir de intermediarios y tienen hijos viviendo en la China, hasta hay quienes se han casado con personas asiáticas.

Milton Friedman ha denominado este fenómeno como el poder del capitalismo competitivo, el poder del mercado, que logra que millones de personas dejen la pobreza y se forme una armonía y convivencia pacífica gracias al comercio. Este empoderamiento económico y legal, posibilita que estas personas protejan su cultura aymara mestiza, como lo explicó Hernando de Soto, los indígenas no son piezas de museo, su cultura es dinámica y compatible con la propiedad privada y la empresa.

En gran parte de la ciudad El Alto, no existe alcantarillado, las calles son de tierra, y existe un alto grado de delincuencia, en este ambiente prolifera lo que muchos denominan delito, a saber: el contrabando, pseudodelito que estricta y meramente es comercio informal, del cual se están beneficiando millones de personas pobres por los bajos precios de los distintos productos, esto es libre comercio.

Luego, del trabajo llega la diversión, que se muestra en el derroche económico lujoso con recitales privados de artistas populares como Bronco, A.B. Quintanilla, Ana Bárbara, Los Bibys entre algunos músicos traídos desde México para la majestuosa fiesta del Señor de Jesús del Gran Poder que no es producto atribuible al Estado, y menos se formó en un quinquenio de gobierno de Evo Morales.

Pero existe, envidia y celos, por los “nuevos ricos emergentes”, llamados burguesía dominante chola, tratados como delincuentes contrabandistas, como se los menosprecia, porque tendría ciertos privilegios extralegales aduaneros y tributarios por parte del Estado boliviano. Entonces, mestizos y las 36 naciones indígenas del Estado Plurinacional boliviano deberían exigir el mismo trato y gozar de los beneficios de la libertad económica, dirigirse contra el Estado mercantilista y no así, contra estos héroes emprendedores, más bien, tomar ejemplo del éxito comercial aymara.