Liberalismo y religión

Sabemos que la teoría del pensamiento liberal ha tenido como uno de sus orígenes la Escuela de Salamanca, un grupo de teólogos católicos que pensaban en torno al libre comercio y mercado desde la moral y el derecho natural, dejando claro que la religión no es incompatible con el capitalismo, más bien le otorga bases éticas y morales de actuación. Asimismo, Adam Smith indicaba que: “La religión, incluso en su forma más burda, sancionó las normas morales mucho antes de la era del razonamiento artificial y de la filosofía”. Normas morales que sirven para la acción humana en el mercado.

 

Según F.A. Hayek en “La fatal arrogancia”, las instituciones fundamentales como la familia, la propiedad y la justicia (regulación de intercambios) han propiciado de normas e instituciones al orden extenso, las sociedades que han mantenido esas instituciones fundamentales han sobrevivido y prosperado, en su mantenimiento han jugado un papel preponderante la tradición y la religión inextricablemente unidas, por eso, el último capítulo de semejante libro se llama: “La religión y los guardianes de la tradición”.

 

Hasta aquí muchos pueden calificarme como conservador, pero es el mismo F.A. Hayek en “Los fundamentos de la libertad” quien explica la diferencia entre liberales y conservadores en el capítulo: ¿Por qué no soy conservador?, dice: “El verdadero liberalismo no tiene pleito con la religión, siendo muy de lamentar la postura furibundamente antirreligiosa”, y es lamentable que el liberalismo sea un odioso pensamiento político y económico para los creyentes.

 

Pero no importa que uno sea ateo, creyente o agnóstico como Hayek, esa postura pertenece a la esfera privada de cada individuo, pero no por eso vamos a desconocer la tremenda importancia de la religión, especialmente la tradición judeo-cristiana en la construcción de la Civilización Occidental. Hayek se consideraba un “viejo whig” seguidor de Lord Actón y tributario de la Escuela de Salamanca, se reunió e influyó en Juan Pablo II, según Michael Novak, debemos a Hayek la siguiente cita de la Encíclica Centesimus Annus donde la iglesia apuesta por el modelo capitalista: “si por ‘capitalismo’ se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía”. Entonces la religión no es incompatible y no puede reñir con el capitalismo, más bien se nutren de manera espontánea.

 

Incluso la atea Ayn Rand en una carta del 23 de octubre de 1943 dirigido al Reverendo Dudley, reconoce que fue el cristianismo la primera escuela que proclamó la suprema santidad del individuo, y que la moralidad apropiada para el hombre no contradice ninguna creencia religiosa, si esa creencia incluye fe en el libre albedrío del hombre, la facultad racional lo hace hombre e individualista: “Si alguien mantiene que el hombre ha sido creado por Dios, dotado de un alma inmortal, y con la razón siendo un atributo de su alma, sigue siendo verdad que él debe actuar de acuerdo con su naturaleza, la naturaleza que Dios le dio, y que haciendo eso estará haciendo la voluntad de Dios. Pero eso implica que Dios dotó al hombre de libre albedrío y con la capacidad de decidir… La salvación de la propia alma significa la preservación de la integridad del propio ego. El alma es el ego. Por lo tanto, el Cristianismo predicó el egoísmo en mi sentido de la palabra, en un sentido alto, noble y espiritual. Jesucristo dijo que amaras a tu prójimo como a ti mismo, pero nunca dijo que amaras a tu prójimo más que a ti mismo, que es la monstruosa doctrina del altruismo y el colectivismo”.

 

Entonces, un liberal sabe que el verdadero enemigo es el Estado, no las instituciones intermedias de la sociedad como la empresa, iglesia, familia, escuela privada, etc., de asociación voluntaria y pacífica compatibles con el capitalismo. Las instituciones que han evolucionado en la sociedad como el lenguaje, mercado, derecho y religión como fundamentos de la Civilización Occidental.