Filosofía del Bitcóin

Filosofía del Bitcóin

Las raíces filosóficas del bitcóin se encuentran en el anarcocapitalismo, aquel ideal que busca organizar una sociedad sin Estado en base a la propiedad privada y al libre mercado donde toda la acción humana es realizada por entes privados, entonces el mundo digital también, así lo vio Timothy C. May quien escribió, en 1992, Manifiesto criptoanarquista para mostrar que la matemática criptográfica podía ayudar al respeto de la privacidad y la libertad individual frente al control y vigilancia del ciberestado, después publicaría Cyphernomicon (1994) donde reconoce que “lo que emerge de todo esto no es claro, pero creo que será una forma de sistema de mercado anarcocapitalista que yo llamo ‘criptoanarquía”.

Posteriormente, Satoshi Nakamoto publica, en 2008: Bitcóin: un sistema de efectivo electrónico de usuario-a-usuario (El libro blanco), donde presenta un medio de intercambio que no necesita de intermediarios (Estado, banco central, banca financiera, corporaciones, etc.), esta tecnología basada en el blockchain (cadena de bloques), es la evolución de las redes de Internet que no sólo puede actuar como una criptomoneda, sino también como criptoactivo y, principalmente, como un medio de protección de valor del capital, ahorro y patrimonio, frente a la devaluación y la confiscación estatal.

A diferencia de la moneda por decreto, por ejemplo, el dólar estadounidense que dejó el patrón oro en 1971 y pasó a tener respaldado en la fe y confianza, el bitcóin tiene respaldo en el esfuerzo de algoritmos criptográficos trabajados por mineros (nodos descentralizados), además, es superior por su escasez, tan sólo pueden existir minados 21 millones de bitcoines, por lo mismo, no es una moneda inflacionaria, según Aleks Svetski: el bitcóin es la resistencia, la resistencia a la imposición desde las atalayas de los burócratas de una moneda que es obligatoria de usar, el sentido del dinero fiduciario es descendente, porque viene desde arriba como una orden emitida por una autoridad. Mientras que el bitcóin tiene un orden ascendente, porque proviene desde abajo para hacer frente a la autoridad, entonces su autoridad es de orden natural, de acuerdo con la libertad negativa y el orden espontáneo.

F.A. Hayek escribió una obra llamada: La desnacionalización de la moneda (1976), donde abogó por la existencia de monedas privadas que compitan libremente por la preferencia de los usuarios. Es eso lo que está sucediendo con miles de monedas en el mercado de criptos.

El bitcoin responde a la verdad objetiva y su correspondencia con los hechos, su vinculación a la realidad es inminente e incuestionable, también apela a la apreciación subjetiva defendida como la teoría del valor subjetivo desarrollada por la escuela austriaca de economía, ya que el precio del bitcóin se determina por la cantidad de criptos en circulación y el mercado de capitalización de las mismas, una suerte de oferta y demanda, compra, venta y retiros de los exchanges (casas de cambios), su precio sube si existe compra, baja si existe venta, la tendencia ascendente de esta cripto la ubica como alcista en el tiempo, dominación de los toros frente a los osos, en una suerte de carrera por vencer al oro como meta para consolidarse sobre todos como el rey.

Como todo lo que tiene éxito tiene su competencia, en esta década de evolución y adaptación han surgido otras criptos con mejor tecnología descentralizada o centralizada, nace también DeFi (finanzas descentralizadas) como evolución de las FinTech, asimismo, los ciberestados investigan implementar sus monedas digitales emitidas por sus bancos centrales (CBDC), algunas con la intención de reactivar su economía, posicionarse o vigilar, controlar y confiscar.

Pero sea en especulación o acumulación y ahorro no podemos cambiar al bitcóin, es este quien nos está cambiando.