¡Peter Fechter, libre!

Peter Fechter nació en Berlín en 1944, imaginamos que su madre lo cargaba en brazos mientras Alemania se rendía ante los países aliados, un periodo de reconstrucción, trabajo, esfuerzo y sacrificio para ponerse nuevamente de píe después de la guerra.

Recordemos que el territorio alemán fue dividido en cuatro zonas ocupadas por soviéticos, estadounidenses, franceses y británicos; los tres últimos formaron la parte Occidental y los primeros la parte Oriental, los comunistas fundaron la República Democrática de Alemania (RDA) y desde ese momento, no paró el éxodo hacia la sociedad abierta, tanto es así, que los socialistas tuvieron que contener las ansias de escapar con la construcción de lo que llamarían el Muro de Protección Antifascista, culpar a los otros y no asumir la autoresponsabilidad por los escapes, incluso mantuvieron en secreto ese plan, hasta lo negaron, en junio de 1961, Walter Ulbritch, presidente del Consejo de Estado, manifestaba ante la insistencia de la prensa internacional: “Entiendo su pregunta como que hay hombres en Alemania del Oeste que desearían que movilizáramos a los trabajadores de la construcción de la capital de la RDA para erigir un muro. No conozco la existencia de tales motivaciones, pues los obreros de la construcción de la capital emplean todas sus fuerzas principalmente en la construcción de casas. ¡Nadie tiene la intención de erigir un muro!”, pero en agosto del mismo año, comenzaba su construcción.

El joven Fechter fue testigo de todo ese proceso, lamentando seguro estar en la parte equivocada y bajo el sistema que consideraba una prisión, siendo un obrero de la construcción, eligió el 17 de agosto de 1962 para escapar junto con su amigo Helmut Kulbeik, se ocultaron en una carpintería donde observarían a los policías fronterizos, en la tarde cuando vieron conveniente, decidieron atravesar el “corredor de la muerte” para saltar de un muro a otro, pero fueron interceptados por los policías que les dispararon, Helmut se salvó y a Peter le destrozaron la pelvis, decenas de personas observaron dicho cuadro desde ambos lados, nadie quiso intervenir, lo dejaron más de una hora agonizar hasta que murió. Luego, se buscaron culpables por la hipótesis de que pudo haber sobrevivido en caso de ser auxiliado, pero el daño estaba hecho. Él solo quiso la libertad.

Se calcula que entre 125 a 200 personas fueron asesinadas tratando de cruzar, sin contar 33 personas muertas por la detonación de minas en el “muro de la vergüenza” hasta que un 9 de noviembre de 1989 finalmente esa barrera se derrumbó por combos de la democracia liberal; madres, padres, hijos y hermanos se volvieron a abrazar para construir juntos un país próspero. Pero hoy en día, el éxodo continúa en el mundo, millones de personas fugan de países socialistas hacia países capitalistas para sobrevivir, pero el problema radica en la integración cultural y el Estado de bienestar, porque los contribuyentes nacionales no pueden soportar en sus hombros las barbaridades de políticos socialistas en el extranjero.

Nino Bravo cantaba: “Tiene casi veinte años y ya está/ Cansado de soñar,/ Pero tras la frontera está su hogar,/Su mundo y su ciudad./ Piensa que la alambrada sólo es/ Un trozo de metal,/ Algo que nunca puede detener/ Sus ansias de volar… Con su amor por banderas se marchó/ Cantando una canción,/ Marchaba tan feliz que no escuchó/ La voz que le llamó,/ Y tendido en el suelo se quedó/ Sonriendo y sin hablar,/ Sobre su pecho flores carmesí,/ Brotaban sin cesar./ ¡Libre!”

Foto: El cuerpo de Peter Fechter es recogido por la policía fronteriza.