¿Hay que ganar la ‘guerra’ contra los ambulantes?

Bolivia tiene bien ganado el puesto de represor de la libertad económica, según el Índice de Libertad Económica del Heritage, Bolivia ocupa el puesto 173 de 180 países, comparte el título de represor junto con Corea del Norte, Zimbabwe, Venezuela, Cuba, los países socialistas del mundo. Ser represor de la libertad económica significa violar el derecho fundamental de todo ser humano a controlar su propio trabajo y propiedad, se supone que en una sociedad libre, las personas son libres de trabajar, producir, consumir e invertir de la forma que deseen sin restricciones o coacciones que violen su libertad individual de elegir.

La mentalidad anticapitalista, formada desde la escuela, tiene como normal ver en el Estado su protector contra la competencia. Las corporaciones, confederaciones y sindicatos mercantilistas buscan monopolios y subvenciones del favor y privilegios de las autoridades, así, los municipios son mafias mercantilistas que junto a dirigentes buscan traficar puestos, licencias y permisos pero anulando la competencia de los informales, tenemos la intervención de la “mano visible” del Estado en el mercado controlado e intervenido.

Celos y envidia, como pasiones de esa mentalidad anticapitalista, provocan que los estatistas pidan a gritos que el Estado controle, aumente, verifique, supervise, vigile todas las actividades económicas, exigen que se combata el contrabando y se persiga la evasión tributaria, como cuando el esclavo pide más latigazos tanto para él como para los demás.

No nos sorprende que los burócratas pidan penas contra los ciudadanos que compren de los informales, pero que el periódico cruceño El Deber en su editorial de 12 de julio de 2018, titulado: “Hay que ganar la ‘guerra’ contra los ambulantes”, pida: “Asimismo, deben existir multas y decomisos para quienes adquieran bienes de los comerciantes ubicados en lugares prohibidos… Por tanto, habrá que multar también a quienes compran en lugares ilegales, no solamente a los vendedores…”, nos hace pensar en ese puesto 173 de 180 países, con estos pedidos liberticidas que pueden materializarse en normas punitivas, merecemos bajar más puestos y nos merecemos gobiernos autoritarios más duros.

Importantes son las palabras del pensador argentino Mayo Von Höltz: “Ejercer el comercio es un derecho humano, impedir que se ejerza el derecho a comerciar, un execrable crimen… Los comerciantes debieran meter presos a los funcionarios y jueces que clausuran sus negocios y confiscan sus mercaderías, ya que debe ir preso quien comete un crimen y debe estar libre quien no cometió ninguno y no al revés”.

¿Hay que ganar la ‘guerra’ contra los ambulantes?, imagínese, se habla de guerra, eso significa violencia y represión del que tiene el monopolio del uso de la violencia, guerra de pobres contra pobres, gendarmes mal pagados contra informales migrantes, comerciantes que trabajan para sobrevivir en un país que es un infierno fiscal y tributario, que quiebra las pocas empresas generando desempleo; mientras no veamos al Estado como enemigo del sector privado mereceremos ser pobres, mano dura, mereceremos autoritarios que nos digan que debemos comprar, como, cuando y de quien, la soberanía del consumidor no tiene sentido, de una vez que habiliten más cárceles para los compradores y expolien sus bienes para tener más ingresos para pagar sus jugosos sueldos, sueldos de personas improductivas que son financiadas por los sectores productivos y pacíficos que sólo tienen su capital y los frutos de su trabajo para subsistir.