Bolivia: el infierno burocrático

Bolivia no solo es un infierno fiscal según el PwC mediante el Ranking “Paying Taxes 2018” del Banco Mundial, resulta ser también el peor país de América para hacer trámites. En efecto, según un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) titulado “El fin del trámite eterno”, el promedio regional para hacer un trámite es de 5,4 horas, Chile es el país donde menos se tarda para realizar un trámite con un promedio de 2,2 horas, mientras que el país más burocrático es Bolivia con 11,3 horas para completar un trámite, esta situación es dramática cuando se trata de papeleo sobre salud, educación o identidad.

No solo se trata de horas invertidas, sino también de cantidad de requisitos, necesidad de que estén presentes las personas interesadas (personalísimos), viajes a las oficinas, ambigüedad, falta de información, costos, etc. Bolivia también destaca como el peor país por el número de interacciones necesarias por trámite.

Trámites costosos, según un artículo publicado por Alejandro Zegada, titulado: “Bolivia: el peor país de América para realizar trámites”, donde cita un estudio realizado por Medeiros, Macroni y Mendoza (2016), titulado: “Medición de Cargas Administrativas en Bolivia: Reporte Final de Resultados”, se advierte que el costo total para la afiliación a la Caja Nacional de Salud asciende a Bs. 1.429, equivalente al 86% de un salario mínimo mensual, y el trámite para registrar una propiedad en Bolivia tiene un costo total que asciende aproximadamente a Bs. 7.947, cifra que equivale a casi cuatro veces el salario mínimo mensual del país, como vemos, son los pobres quienes más sufren por este problema nacional.

El BID presentó mundialmente el caso de la señora Domitila Murillo, una ciudadana de 70 años que le tomó 11 meses renovar su cédula de identidad, quien tuvo que viajar unos 900 km entre Oruro, Potosí y Tupiza para encontrarse con largas filas y oficinas donde le decían: “falta un sello” o “vuelva mañana”, incluso accedió a sobornar a un policía para agilizar su trámite, para fallecer dos semanas después de obtener su cédula de identidad.

En el libro “Burocracia” su autor Ludwig von Mises nos dice que la expansión de la burocracia responde a una mentalidad que requiere de la intervención del Estado en todos los ámbitos de la vida; no nos extraña que el boliviano apoye gobiernos estatistas, socialistas y mercantilistas que sean paternalistas y lo cuiden de la cuna a la tumba; tan acostumbrados están con la presencia del Estado en todas sus actividades y con su excesiva burocracia, que muchos creen que es normal madrugar a las 4 para obtener fichas no solo para Derechos Reales, sino para ser atendidos por un médico con cupo limitado; tan acostumbrados están a las largas filas que creen que es normal invertir medio o todo un día para hacer un trámite en identificaciones, licencias, pasaportes, juzgados o impuestos; pero mientras más difíciles sean estos papeleos, más contentos se ponen los funcionarios por las coimas que pueden recibir para agilizar y facilitar lo que resulta sencillo. Este servilismo hacia el Estado no es reclamado, ni objetado por los gobernados, porque su espíritu ha sido rendido, dominado y su tiempo, tal vez lo más preciado que tiene, lo entregan al gobernante con sumisión y ofrenda, como si se tratase de un favor que se le está haciendo, los funcionarios públicos al percibir esto, aprovechan y abusan, como si fueran “déspotas de bolsillo” como los llamaba Karl Popper.