Bitcoin en Bolivia

Cuando un bar nos sirve Coca Cola adulterada con agua, ¿es responsabilidad del establecimiento o de la empresa transnacional? Lo mismo sucedió con respecto al asunto del Bitcoin (Btc) en Bolivia. Personas que montaron estafas Ponzi alrededor de la fama de la criptomoneda para captar capitales que no eran invertidos en monedas sino en los bolsillos de los intermediarios. Quienes están informados sobre este fenómeno mundial saben que no se necesita de intermediación para obtener la billetera y las monedas digitales, pero la Asfi y todo el mecanismo del Estado decidieron prohibir el uso o circulación de cualquier tipo de moneda virtual, llámese Bitcoin o cualquiera de las otras criptomonedas existentes en el mercado como ser: Ethereum, Bitcoin Cash, Iota, Litecoin, Monero, Dash, etc. Como si prohibiéramos Coca Cola por unos vendedores inescrupulosos.

El Banco Central informó: “Es ilegal utilizar cualquier moneda que no está emitida y controlada por un gobierno o una entidad autorizada”, con lo que condenó la libertad de elegir monedas para intercambiar que debe tener dentro de su libertad económica cada ciudadano. Tal es el nivel de locura colectiva que en el proyecto del nuevo Código de Sistema Penal que en su Art. 185 dice que es delincuente quien introduzca, extraiga, adquiera, comercialice, venda o ponga en circulación, moneda a sabiendas que es emitida ilegalmente o que no tenga curso legal, será sancionado con uno a siete años de prisión e inhabilitación para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo de uno a tres años. Entendiéndose que cometería este delito todo aquel que venda Btc, no solo puede ir a la cárcel sino perder su profesión, es decir, está condenado a la muerte civil.

Son pocos los países que prefieren quedarse en la caverna. Ahí está Bangladés, Nepal, Kirguistán y Ecuador. Este último país por interés decidió tener su propia moneda digital intercambiable con los dólares norteamericanos que maneja oficialmente. Maduro, más inteligente que Morales, decidió subirse al tren olfateando el avance de los tiempos. Embarrado por la crisis y la hiperinflación creó el Petro, criptomoneda supuestamente respaldada en “oro, petróleo, gas y diamantes”, desconociendo por ignorancia o conveniencia que el éxito de las criptomonedas radica en su descentralización, no están sujetas a ningún gobierno, banco y nacionalismo monetarios, sino más bien a la desnacionalización de las monedas, tal como lo recomendaba el economista F.A. Hayek. Capitalismo competitivo puro y duro, que las monedas compitan por la confianza de la gente.

Cuando me preguntan: ¿en que se respalda el Bitcoin si no hay Banco central, ni gobierno que lo respalde? Les devuelvo la pregunta: ¿en que se respalda el Boliviano? ¿Se respalda en oro?, ¿confías en los gobiernos que devalúan su economía imprimiendo papel provocando inflación? No es casualidad que el Bitcoin aparece después de las crisis económicas “subprime” del 2008, cuando el contubernio gobierno – bancos otorgó demagógicamente créditos a insolventes provocando burbujas que explotaron empobreciendo a la gente. Entonces, el Bitcoin surge de manera espontánea como respuesta revolucionaria al estatismo y al mercantilismo. Ya no se depende de banqueros y políticos que velan por sus propios intereses, ahora cada individuo es soberano para administrar su billetera digital y sus transacciones sin necesidad de dar explicaciones y que le cobren altos montos por impuestos y tasas confiscatorias.

El valor de cualquier objeto está en el valor subjetivo que le podemos dar. Bara la mayoría del mundo, el boliviano es simplemente papel y el dólar norteamericano, por ahora, es la moneda de transacción universal. Y de nada sirven los sentimientos patrioteros en la economía. El valor no se mide en las glorias del pasado, sino en las expectativas del futuro, la utilidad y beneficios creíbles y concretos del presente. Mientras escribo estas líneas, el Btc no solo se utiliza como dinero e intercambio, sino como activo de ahorro (hodl), muchas empresas ya aceptan pago en Btc y otras todavía no. Como en la historia, después del oro, apenas se aceptaban los billetes emitidos por banqueros que en alianza con los gobiernos impusieron la moneda oficial, que luego no estaba respaldada por oro. Las monedas nacionales no tienen dicho respaldo, son como cheques emitidos por el gobierno con la confianza del crecimiento económico. Son deuda, deuda pública que crece y crece. Mientras que el Btc tiene una cantidad límite preestablecida y respaldada por su escasez futura, por eso mientras más se utiliza, más se aprecia su valor.

Muchos bolivianos podían subir a la ola del Btc este año cuando costaba tres mil dólares, pero no lo hicieron por ignorancia, desinformación y las amenazas del Estado. Mientras les comento esto, su valor oscila alrededor de los diecisiete mil dólares americanos, compitiendo entre las seis divisas más utilizadas en los mercados financieros, superando al Pound, Ruble y el Won. La revolución de Satoshi, la revolución de Blockchain, continúa y no existe ley alguna que pueda impedir que miles de bolivianos en este momento, estén manejando Btc.