La gran estafa de las pensiones

Carlo Pietro Giovanni Ponzi ideó una forma de estafa donde existen personas inversionistas que están situadas en la base, que han entregado su dinero y que no pueden ascender en la pirámide hasta que encuentren compradores que ocupen su lugar y amplíen la base, por lo que las personas de la base financian a los que se encuentran en la cúspide. A continuación un ejemplo de estafa piramidal:

Los trabajadores pagan un impuesto todos los meses para mantener a los jubilados en el presente, las ingenuas víctimas de este sistema piramidal piensan que están ahorrando para su vejez, pero no se ahorra ningún dinero (no existe ningún depósito personal que asegure que en el futuro se mantengan y devuelvan los aportes de ahorro).

Este sistema funciona siempre y cuando los jubilados no vivan mucho tiempo y la población de trabajadores aumente. Pero la vida se prolonga y las tasas de natalidad decrecen, lo que hace inviable este sistema. Por eso, el Estado busca que el número de víctimas del robo, aportantes al Fondo de Pensiones, aumente.

Milton Friedman decía: “lo que tienes realmente no es un sistema donde la gente aporta para su propia seguridad como sus defensores lo describen. No es un sistema donde los trabajadores aportan para su propio futuro. ¡Eso es absurdo! Lo que la gente está haciendo ahora es pagar impuestos hoy para pagar los subsidios de la gente que está recibiendo hoy, lo que se tiene es un sistema donde se grava a los jóvenes para subsidiar a los viejos”.

Mañana se puede cambiar la legislación de pensiones, y las personas que han aportado durante toda su vida activa pueden recibir cifras que no tienen la menor relación con lo que hubieran obtenido si habrían podido realizar otro tipo de inversiones (préstamos, compras, etc.)

Cuando el timado se jubile, tendrá que depender de la próxima generación de trabajadores para que estos paguen los impuestos que financiarán sus beneficios.

Fuera de que sea inmoral ser solidarios por obligación, la legislación de seguridad social boliviana obliga a los empleados a ser solidarios con las personas que no aportan para su vejez (talvez personas más pudientes), con esto se fomenta que algunos no sean responsables con su futuro y se castiga el trabajo.

El seguro social depende del poder del Estado para cobrar estos impuestos. El aparato estatal está forzando a los activos a contribuir más al sistema, pagar más y recibir menos.

Pero los trabajadores deberían ser absolutos propietarios de sus sueldos, tener la libertad de invertir, no aportar o aportar en fondos de pensiones privados confiables y solventes que realicen inversiones rentables, donde cada individuo pueda elegir la edad de su retiro bajo el principio: “mientras más tiempo trabajen, más dinero tendrán”; como elegir voluntariamente si desea ser solidario con las personas que son incapaces de sustentarse.

En una administración privada previsional, por ejemplo, se puede optar por: 1. Adquirir una pensión vitalicia familiar, indexada a la inflación, en una compañía de seguros de vida; 2. Dejar sus fondos en su cuenta personal y hacer retiros mensuales, sujetos a límites basados en las expectativas de vida (si un trabajador muere, los fondos restantes forman parte de su herencia); o 3. Cualquier combinación de los dos anteriores. Al final, su cuenta de retiro es un capital que puede ser heredado.

La administración privada puede garantizar los principios de responsabilidad individual, propiedad privada, ahorro, frugalidad, creación de la riqueza mediante el “milagro del interés compuesto” y la transferencia de la herencia a la siguiente generación. Lo demás es una estafa.