La eco-teología como una forma de antihumanismo

 

  1. Religión como religarse

 

La religión hace referencia a un sistema de dogmas y creencias sobre un ente divino o sagrado, implica la fe en un doctrina inspirada en un dios, dioses o semidioses que están en un plano sobrenatural, donde los humanos son mortales y los dioses suelen ser inmortales, estos últimos tienen ciertas características particulares por ser omniscientes, omnipresentes, poderosos, buenos, malos, bondadoso o vengativos, ascéticos o libidinosos, pero extraordinarios en su naturaleza.

 

Muchos concuerdan en decir, que la palabra “religión” viene de los vocablos latinos “re” y “ligare” y le atribuyen el significado de “volver a atar”, lo que significaría que muchos seres humanos deben “volverse a atar” después de haberse soltado con la divinidad o Naturaleza. El medio para “religarse” suelen ser los dogmas que deben ser cumplidos por los creyentes.

 

La filosofía griega habría sido el inicio del desatamiento, la razón y la lógica habrían llegado para desplazar al mito y a la superstición, la especie humana dejaba de ver en la Naturaleza un fenómeno místico, para abrazar ciertos argumentos y explicaciones racionales que después llamaron ciencia. Las hipótesis explicaban físicamente muchos fenómenos que parecían manifestaciones místicas y oscurantistas producidas por la furia de algún dios, por ejemplo, los rayos, truenos, tormentas, terremotos, etc.

 

Así podemos considerar dos aspectos que nos interesan: a) el hecho religioso como fenómeno de explicación e interpretación de los hechos que suceden en el transcurrir de la acción humana, y b) la interpretación religiosa frente al argumento científico, si bien podemos delimitar lo que es científico de lo pseudocientífico desde la epistemología del racionalismo crítico popperiano en cuanto a la falsabilidad o no de las teorías, es un hecho innegable que el ser humano busca resolver sus dudas de muchas maneras, ya sea mediante la creencia o el escepticismo, lo condenable se presenta cuando se trata de imponer los dogmas mediante el aparato coercitivo llamado Estado, mediante intervención, control o vigilancia de la acción humana. Ya que los medios políticos al tomar decisiones asumen intereses partidarios, afectan la neutralidad de la ciencia en cuento a su búsqueda incansable de la verdad, para imponer dogmas que convienen al estatismo, es el caso de la eco-teología.

 

  1. La Eco-teología

 

La creencia en un ser divino y sus diferentes formas animistas, era y es una manera de expresar el miedo y el sometimiento hacia un ente metafísico que tenía una fuerza destructora o constructora según el caso, de esa manera se explicaba la inundación, las lluvias fértiles y bienhechoras o las sequias implacables.

 

La tradición judeocristiana nos dice en el libro del Génesis que Dios entregó toda su creación al hombre para que gobierne, produzca y pueble toda la faz de la tierra, podemos interpretar este mandato de forma antropocéntrica y humanista, será por este motivo que durante mucho tiempo se negó la teoría heliocéntrica y se mantuvo la teoría geocéntrica como dogma indiscutible, porque el hombre era el centro de todo, por ser la viva imagen y semejanza de Dios, además de ser el hijo de Dios y tarde o temprano se reuniría con el creador de toda la Naturaleza. Pero la ciencia nos demostró que la Tierra solo es un grano de arena en la inmensidad y el infinito universo, esto desconcertó a todos.

 

Filósofos y científicos se encargaron de destruir esa concepción antropocéntrica, mientras los productores capitalistas avanzaban en el progreso material de los seres humanos, el capitalismo aquel sistema que produce en masa para las masas. Las industrias, empresas y ciudades gigantes fueron cuestionadas en su momento por los socialistas, hoy en día, después de ser testigos del fracaso del comunismo, los socialistas han buscado un nuevo dogma para criticar la producción en masa.

 

Entonces, los socialistas han cambiado sus boinas rojas por unas boinas verdes para atacar al capitalismo, han decidido reciclar creencias y dogmas ancestrales y han creado una nueva religión “new age” llamada ambientalismo, nosotros la llamamos “eco-teología” cuya principal divinidad es llamada la Madre Tierra, Pachamama, Coquena, Llastay, Gaia, Ñuke mapu, o simplemente Naturaleza. Mediante esta religión muchos seres humanos buscan hoy en día, “volverse a atar” a la tierra, la flora y la fauna, ese tal vez sea el mensaje de la película Avatar, un ser humano se “ata” nuevamente a la naturaleza.

 

El psicólogo Gustave Le Bon en su obra: “La Multitud: Un estudio de la mente popular”, nos dice: “Una persona no se considera religiosa sólo cuando adora a una divinidad, sino cuando pone todos los recursos de su mente, la completa sumisión de su voluntad, el ardor incondicional del fanatismo al servicio de una causa o de un individuo que se convierte en la meta y guía de sus pensamientos y de sus acciones”. Entonces, para los socialistas posmodernos el ambientalismo es una religión y como toda religión tiene entre sus fieles rasgos de fanatismo e irracionalismo obstinado, el ambientalismo puede ser radical y puede ser llamado “ecolatría”, furiosa forma de pensar que se expresa en la adherencia de los ambientalistas a algunas políticas públicas inútiles, ingenuas, absurdamente costosas, o bien contraproducentes, la premisa básica se sustenta en la fe en lugar de hechos, hoy en día se responde como antes se respondía a la brujas, se busca tribunales como antes existían Tribunales de Inquisición[1], y se trata de herejes a los que piensan distinto.

 

De la misma forma, esta “cruzada” gasta muchísimo capital, papel, energía eléctrica, tecnología y hasta se desperdician recursos que se convierten en basura para combatir a su principal enemigo, a saber: el capitalismo, en este afán, los medioambientalistas muestran sus ansias de purgar los pecados de la humanidad y sus culpas por haber logrado domar la naturaleza de forma tan exitosa y haber generado bienestar económico inigualable que está salvando a muchas personas del hambre y la miseria por la producción en masa.

 

Los fundamentalistas consideran que todo lo hecho por el hombre es malo y todo lo natural es bueno, este maniqueísmo lo medita fumándose un cigarrillo producido, transportado y comerciado gracias al sistema de libre intercambio, llamado: mercado. ¡Qué horror! Esta entidad creada por el propio ser humano[2] viene a ser el mismo Luzbel, Moloch, Belcebú, Belial y todos los comerciantes son adoradores de Mammón.

 

Entonces esta teología es una forma de antihumanismo, que responsabiliza al ser humano de todos los desastres y pone en el centro de todo a la naturaleza, ecocentrismo, del mismo modo, esa fe ciega niega hechos tan simples como las grandes erupciones volcánicas que expulsan cantidades de materiales tóxicos esparcidos por el aire por volcanes como el Krakatoa en Indonesia en 1883, el Monte Katmai en Alaska en 1912 y el Hekla en 1947 o la última nube negra volcánica provocada por el volcán Eyjafhalla desde Islandia[3].

 

Pero ni esta ni otras explicaciones puede servir a personas obnubiladas por la diosa Madre Tierra, entre ellos los cocaleros bolivianos depredadores de la flora y la fauna, que representan una manera de mostrar cuanta verborragia existe entre los llamados defensores, que sustentan su “huella ecológica” bajo el argumento de que nosotros no contaminamos tanto como otros[4].

 

Así la Madre Tierra será una divinidad que acceda a estatus jurídico universalmente reconocido, con declaratoria de creencias incluido, que tenga su propio Tribunal con vinculaciones políticas y económicas, si es que las tiene. Solo la duda, la crítica y la argumentación racional pueden protegernos de caer en tan extendida moda.

 

Una moda que se opone al desarrollo civilizatorio de la tecnología y la ciencia[5], y rechaza que el hombre se ocupe de descubrir, crear y desarrollar aparatos sofisticados para su propia necesidad, donde había inundaciones comenzó a construir diques, donde había viento se construyó molinos, así iba aprovechando de las ventajas que le ofrecía la naturaleza para su propio beneficio.

 

  1. Antihumanismo manifiesto

 

Si el capitalismo competitivo es el humanismo y manifestación económica de la libertad y la producción en masa para las masas: ¿Qué podemos hacer con todas las industrias, megaciudades que mantienen todos los medios, instrumentos, tecnología de la acción humana?, los ambientalistas nos plantean la conservación frente al movimiento, peor aún, eliminar el mal y el virus que infecta la Tierra: el hombre. Como muestra de este antihumanismo, presentó algunos dichos de activistas prestigiosos, sus fines y afanes frente al problema ambiental[6]:

 

– “Cualquier tipo de tecnología compleja es un atentado contra la dignidad humana. Sería una catástrofe para nosotros si se descubriese una fuente de energía rica, limpia y barata, si pensamos en lo que el hombre haría con ella”. Amory Lovins, fundador del Rocky Mountain, un Eco-think-tank.

– “La perspectiva de poder contar con energía barata a partir de reactores de fusión es lo peor que le podría ocurrir al planeta”. Jeremy Rinkin, Foundation on Economic Trends (FOET)

– “Poner en manos de la sociedad energía barata y en gran cantidad sería como darle a un niño idiota una ametralladora”. Prof. Paul Ehrlich de la Stanford University.

– “Mis tres metas fundamentales serían reducir la población mundial a unos 100 millones de habitantes, destruir el tejido industrial y procurar que la vida salvaje, con todas sus especies, se recobra en todo el mundo”. Dave Foreman, cofundador del Earth First¡

– “La tierra tiene cáncer, y ese cáncer es el hombre”. Club of Rome.

– “La extinción de la especie humana no sólo es inevitable, es una buena cosa”. Christopher Manes, Earth First!

– “Necesitamos un amplio apoyo para estimular la fantasía del público… Para ello debemos ofrecer escenarios horroríficos, realizar declaraciones dramáticas y simples y no permitir demasiadas dudas… Cada uno de nosotros debe decidir dónde está el balance entre efectividad y honestidad”. Stephen Schneider, Stanford Profesor of Climatology, autor de muchos de los informes científicos, IPCC.

– “No importa lo que es verdad. Sólo cuenta lo que la gente cree que es la verdad”. Paul Watson, fundador de Greenpeace.

 

De esta manera, surge una inaceptable especie de dogmatismo antihumanista, anticapitalista y anticientificista de corte irracional, desde Al Gore hasta Evo Morales  tratan de posicionar un discurso que no fue debidamente probado para poder ser aceptado, por eso corresponde seguir investigando en busca de la verdad inalcanzable y no dejarse engañar fácilmente.

 

  1. El caso “Climategate”: ¿nos están engañando?

 

Sabemos que mientras todos los ojos del mundo estaban en la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático que se celebró en Copenhague el 2009, paralelamente se desataba el escándalo llamado “Climategate”, donde se descubre, gracias a la piratería, numerosos correos electrónicos de científicos reconocidos que intercambiaban conversaciones, datos y opiniones sobre el tema del calentamiento global, estos correos demostraban colusión a favor de la teoría del calentamiento global antropogénico, quedándose de acuerdo en mantener fuera a la literatura revisionista de los pares, y hacer parecer la teoría como verdad irrevisable. Los científicos se estaban poniendo de acuerdo para presentarnos el calentamiento global como producto del hombre.

 

Los defensores de la teoría de que el cambio climático se debe a la emisión de carbono producido por el hombre, deben demostrar primero que estamos ante un cambio climático brusco que va a producirse no a largo plazo, sino en el transcurso de unas cuantas décadas; segundo deben demostrar que ese cambio climático brusco es causado por el hombre y tercero, que en caso de ser ciertas las anteriores hipótesis, los humanos podemos revertir dicha tendencia. Mientras no se demuestren estas tres hipótesis, no podemos afirmar que el cambio climático se deba al hombre, esos tres enunciados tan solo tendrán la categoría de conjeturas que pueden o no ser refutadas, pero no podemos tomarlos como verdades últimas; menos, usar esas posiciones para hacer campañas políticas.

 

Nosotros también podemos emitir algunas conjeturas, como la posibilidad de que este cuerpo dogmático llamado Teoría del calentamiento global producido por el hombre, sea un instrumento para políticos hábiles e inescrupulosos que manipulan este discurso como bandera de lucha populista – anticapitalista y así, consiguen que el Estado aumente sus controles e interferencias en el ámbito privado, consiguiendo para sí, ventajas por la coacción. De la misma forma, podemos calificar de oportunistas, al conjunto de activistas y diferentes organizaciones no gubernamentales que están beneficiándose y lucrando millonariamente con el pánico de la gente, creando así una gran industria climatológica.

 

Estas y otras son las conclusiones del documental: “The Great Global Warming Swindle (La Gran farsa del calentamiento global), un polémico documental que podemos encontrar en Youtube, fue filmada por Martin Durkin y presenta a científicos, economistas, políticos, escritores y otros intelectuales de todo el mundo que afirman que la teoría antropogénica sobre el calentamiento global es la más grande mentira contemporánea, este video cuyo título original era “Apocalypse my arse” (Apocalipsis mi culo), presenta al sol como el principal factor del cambio climático mediante sus tormentas solares como las causantes de todo cambio en su sistema (teoría de la variación del sol), asimismo las nubes y el vapor de agua de los océanos como factores más importantes y determinantes al momento de cualquier cambio climático. Pero esa “industria activista del calentamiento global”, creada por fanáticos ambientalistas antiindustrialistas occidentales que promueven el uso de costosas formas de energía limpia en África, como los paneles solares y la energía eólica, en lugar de los baratos combustibles fósiles, perjudican a los más pobres y los condenan en su situación, estas mociones son apoyadas en función de no permitir llevar a África a la industrialización.

 

Con esta religión tenemos un antropocentrismo negativo antihumanista que responsabiliza al hombre como culpable del “cataclismo”;  cuando es el astro rey sol, el geocentrismo, la principal causa del cambio climático en este sistema; nos encontramos ante ese ese sentimiento de creerse el centro de todo pero en forma invertida, pesimista y terrible, una visión nuevamente equivocada. Si antes el antropocentrismo era optimista ahora se presenta diferente, por esa suerte de antihumanismo posmoderno.

 

  1. La posición escéptica

 

Escribo estas líneas a fuerza de parecer odioso, porque los temas medioambientales suelen ser muy sensibles para la mayoría de las personas. Mi escepticismo ecologista comenzó cuando conocí algunas lecturas de Julian Simón, el “Doom slayer” (algo así como el mata-apocalipsis), también llamado el “cazador de pesimistas” quien escribió: “El último recurso” y “El estado de la Humanidad”, donde sostiene que el hombre libre, creativo y emprendedor, es el mejor recurso para mejorar las condiciones de vida. Se debe a Simón, reconocer que “los recursos son creados por el intelecto del hombre y éste es ilimitado en su capacidad”, “los seres humanos, no son únicamente bocas que alimentar, sino también mentes productivas e inventivas que ayudan a encontrar soluciones creativas a los problemas del hombre, dejándonos en el largo plazo mejor que antes”, “Cada tendencia de bienestar humano-expectativa de vida, mortalidad infantil, ingreso per cápita en la India, el número de carros por persona en China, la disponibilidad y calidad de agua y vivienda, el monto de tiempo ocioso que disfrutamos -está mejorando, no empeorando”. En definitiva, el capitalismo y los hombres son constructores y no destructores. Simón quien se calificaba como realista y no así como optimista, influenció decisivamente en Bjorn Lomborg, autor de “The Skeptical Environmentalist” (El Ecologista Escéptico).

 

A raíz de esto, científicos como S. Fred Singer escribieron artículos como: “Los escépticos del cambio climático estamos ganando la batalla de la ciencia”, quien concluye que: “La naturaleza, no la actividad humana, gobierna el clima” y que los alarmistas carecen de toda evidencia científica para fundamentar sus posiciones.

 

Del mismo modo, David J. Theroux en el artículo: “Por qué la ciencia no es el árbitro final de la verdad”, recuerda que esta alarma ha dado lugar a la creación de enormes instituciones financiadas por el gobierno de los EE.UU., para aparentemente examinar cada uno de los aspectos de la existencia humana, y solamente la ciencia del clima recibe millones de dólares anuales del gobierno de los EE.UU., más de lo gastado en las investigaciones sobre el cáncer y el SIDA. Sin duda una gran industria se mueve alrededor de lo “ecológico” y lo “amigable con la naturaleza” tanto en el ámbito público financiado por nuestros impuestos, como en el ámbito privado que tiene productos “ecológicos” que vende más.

 

Mientras que Robert H. Nelson, en su artículo: “Tenga un poco de fe”, pone la cuestión climática como algo religioso de fanáticos enloquecidos que una cuestión científica, ya que tenemos dogmas climáticos, herejes climáticos, apocalipsis climáticos, prohibiciones climáticas y otros aspectos relacionados con la religión, las teorías son divulgadas por un círculo de iniciados y los ataques provienen de fuerzas oscurantistas.

 

Pero los escépticos son tratados como “negacionistas” (alusión a la negación del Holocausto). Herejes que pudieron contradecir el geocentrismo aceptado por todos en otra época. Pero este alarmismo climático ha canalizado miles de millones de dólares hacia la investigación del clima, dice Nelson: “El retrato de la política climática como una batalla por salvar al mundo también vende diarios y revistas y brinda a los periodistas crédulos una sensación de estar sirviendo a una noble causa”. No es noticia en la televisión que la ciencia, tecnología y capital creen artefactos como el pendrive (usb) que salva millones de árboles por la digitalización de la información y la falta de necesidad de papel, pero es noticia cualquier desastre producido por el “calentamiento global” porque eso vende.

 

Pero en la historia universal hubo numerosos casos de histeria social: prohibiciones a la venta de alcohol, encarcelamiento a los consumidores de marihuana, pánico respecto al cáncer, Y2K, etc.,  momentos en que la irracionalidad colectiva demostraba vulnerabilidad y oportunismo en la gente, especialmente de científicos, intelectuales y políticos.

 

 

NOTAS

[1] Según las conclusiones de la Cumbre Mundial sobre el Cambio Climático que se llevó a cabo el 22 de abril de 2010, celebrando el primer Día Internacional de la Madre Tierra, quiere otorgarse personería a la Madre Tierra y hacerla sujeto de derechos, crearse un Tribunal de justicia ambiental internacional que persiga y sancione a los infractores delincuentes, el problemas surge cuando se debe delimitar cuanto es más o menos contaminación, en ese caso todos somos responsables de delitos ambientales en forma estricta.

[2] El mercado somos todos, cada uno intercambia bienes y servicios todos los días.

[3] De acuerdo a Dixy Lee Ray y Lou Guzzo: “La mayor fuente de gas invernadero bien pueden ser las termitas, cuya actividad digestiva es responsable de cerca de 50 billones de toneladas de CO2 y metano anualmente. Esto es 10 veces superior a la producción mundial anual de CO2 por medio de combustibles fósiles”.

[4] Paradójicamente, Evo Morales,  el autodenominado “defensor de la Madre Tierra” y bandera de la lucha anticapitalista mundial, es quien menos interés demuestra por preservar bosques vírgenes al momento de construir carreteras, veamos el caso del “Tipnis”, o entregar la biodiversidad por la explotación minera extractivista con beneficio estatal.

[5] Si bien la tecnología puede ser usada para bien o para mal, por ejemplo, un cuchillo depende como se utilice; en cambio, la ciencia es neutral, la investigación científica busca la verdad en sí.

[6] Dichos preparados por Luis I. Gómez en la página electrónica  “Climategate Country Club en español” y también de “mitos y fraudes” de la  FAEC (Fundación Argentina de Ecología Científica).