El Gran Ojo

En Nigeria se fusionaron las tarjetas de crédito con los documentos de identificación personal. El gobierno nigeriano y MasterCard han puesto en marcha este plan piloto con 13 millones de tarjetas, un programa para el pago electrónico nunca antes visto. El plan contempla que toda persona mayor de 16 años y las personas extranjeras con más de dos años de residencia tengan como cédulas de identidad, estas tarjetas financieras.

Este proceso de inscripción obligatoria registra los datos demográficos y biométricos del individuo (captura de las 10 huellas dactilares, imágenes faciales y la firma digital). Esto significa que estas cédulas de identidad – tarjeta de crédito serán una especie de herramientas de prepago, el titular de la tarjeta ingresa fondos en su cuenta para pagar bienes y servicios, el objetivo es entregar 100 millones de tarjetas hasta las elecciones generales del 2019.

Esta medida pretende unificar también en esta base de datos financiera: la licencia de conducir, registro de votantes, impuestos, pensiones de seguro social y salud en una única plataforma.

Para muchos lectores despistados esta decisión le parecerá una excelente idea, pero este proceso ha generado indignación y temor en los ciudadanos nigerianos que han exigido el cese inmediato de estas operaciones político – financieras, porque está en juego el derecho a la intimidad y confidencialidad con esta arbitraria imposición, una forma de vigilancia, control y castigo al ciudadano.

En todo el mundo, las libertades individuales han sido recortadas por los Estados por el pretexto de la seguridad nacional; así, el derecho a la intimidad y la confidencialidad son menospreciados en nombre del colectivo, se presume la culpabilidad de los ciudadanos que son prácticamente delincuentes en potencia para los gobiernos, así las arbitrariedades, extorsión y corrupción del aparato burocrático están a la orden del día en todo el globo terráqueo.

Por ejemplo, una persona no es digna de hacer cualquier tipo de transacción sin que antes presuman que ha obtenido su dinero por medios delincuenciales, se presume contravención y delito, con normas complicadas y confusas.

Así el mundo se ha llenado de cámaras de vigilancia, fotografías y huellas digitales, lo que está pasando en Nigeria se expandirá como un virus por todo el mundo hasta que se implanten chips subcutáneos de control en nuestros nietos, conjeturamos.

El Gran Ojo, estatal por supuesto, pretende controlar todo, eso significa principalmente el pago de tributos y aranceles, seguros médicos, pago de seguridad social, etcétera, ingresos cuantiosos que sirven para mover el pesado aparato estatal que esta sobre los ciudadanos, tal como si tratasen de esclavos, la tarjeta es un depósito de pagos, nadie se salvará de pagar sus deudas al fisco, para eso está ese depósito obligatorio, todos somos contribuyentes, billetes andantes, alcancías listas para robar.

A la banca este hecho le conviene, esta asociación político – financiera es un gran negocio para ellos a costa de los ciudadanos, está presente el mercantilismo, prostitución del mercado con monopolios y privilegios.

Según la revista  Forbes en Estados Unidos en lo que va de este año ya son 1.577 personas que han renunciado a la ciudadanía estadounidense empujados por la política fiscal de ese país, este record va aumentando cada año que pasa, es preferible renunciar a la ciudadanía y a una identidad antes de pagar un tributo; tener un nombre y una nacionalidad cuesta como una cara membresía en un club de niños ricos.

Pero el Gran Ojo no se conformará con eso, también quiere controlar la red de Internet, un espacio donde se comercializan bienes y servicios sin pago de impuestos, este medio tarde o temprano también estará controlado por el Leviathan, por eso debemos tener cuidado con lo que se escribe, lo que se compra y las fotos que nos sacamos. Todo esto ha sido dicho de uno u otro modo desde Bentham, Orwell hasta otros pensadores contemporáneos, lo que podrían ser gritos de Casandra, las advertencias se van confirmando poco a poco, los Estados están ejerciendo más control sobre el individuo en nombre de la seguridad, desechando de esta manera la libertad individual.