Bolivia: El infierno fiscal

Mientras el Estado Plurinacional se ufana de haber logrado un récord histórico el 2012, cuando el SIN logró la recaudación más alta de la historia tributaria de Bolivia al conseguir  37 mil millones de bolivianos, el triple de lo recaudado en 2005 y un 24% más a lo obtenido en 2011. Los organismos institucionales como el PwC mediante el Ranking “Paying Taxes 2015” del Banco Mundial califican a Bolivia como “el peor país del mundo en cuanto a facilidad para pagar impuestos”. Bolivia está en el puesto 189 de 189 y nuestra dramática situación refleja como un contribuyente destina 1.025 horas anuales como siervo para cumplir con sus obligaciones tributarias en 42 procedimientos, cuando el promedio mundial muestra que los ciudadanos de otros países dedican 264 horas en 26 pasos.

También, el último Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial tiene un conjunto de indicadores que van desde lo fácil que es abrir un negocio hasta la probabilidad de que los funcionarios públicos acepten sobornos, además de medir la carga tributaria del país, cuyas puntuaciones más altas indican una menor competitividad, no nos extraña que Bolivia ocupe el puesto 117 para el año 2015.

Igualmente, la “Total tax rate” del Banco Mundial mide la cantidad de impuestos y contribuciones obligatorias que debe pagar las empresas después de considerar las deducciones permitidas y exenciones como porcentaje de los beneficios comerciales. Así,  Bolivia se encuentra en el cuarto nivel más alto de carga impositiva a nivel mundial, con el puntaje de 83.7%, y subiendo, en esta posición se encuentra con sus pares Comoras con 216.5%, Argentina con 137,5% y Eritrea con 83.7%, a diferencia de países como Suiza con 28.8%, Chile con 28.9%, Panamá con 37.7%, Perú con 35.9% o Ecuador con 33.0%.

Bolivia es el peor país para pagar impuestos y ocupa el cuarto lugar en la pesada carga impositiva, esto  significa que vivimos en un infierno fiscal. Un infierno fiscal que empeorará con la potestad que otorgan los Estatutos autonómicos a los departamentos facultándolos para crear sus propios impuestos, no solo departamentales sino también municipales porque el año 2011 se promulgó la Ley 154 de Clasificación y Definición de Impuestos y de Regulación para la creación y/o modificación de impuestos, que permite este futuro saqueo.

Un infierno en la tierra, que todos los días somete a humildes a complicadas gestiones para declarar contra sí mismos con engorrosos libros, formularios, facturaciones que hacen complicada cualquier gestión propia de las cuentas, obligándolos a contratar profesionales que también se encuentran confundidos con las diarias y contradictorias disposiciones de la administración tributaria, lo que muchas veces ocasiona errores involuntarios que generan multas, intereses, actualizaciones millonarias que terminan en procesos, embargos y remates. Sin mencionar los ilegales retiros de placas de vehículos, por falta de pago, que luego son motivo de extorsión de policías.

El régimen opresor está orgulloso de estos logros, hay más dinero para el derroche; si Dante tendría que narrar un nuevo círculo en el infierno, tuvieran que estar los gobernantes y cobradores de impuestos, en una fosa comiendo sus propios deshechos por toda la eternidad en un mar de excrementos, lamentos y fetidez.

Pero existen “opulentos” bolivianos que no comprenden esto y se empeñan en insistir que debemos cumplir con el pago de impuestos, que debemos fomentar una “cultura tributaria”, lo paradójico es que muchos de estos angelicales o perversos ciudadanos, ni siquiera tienen registro tributario o no tienen emprendimiento alguno, es decir, pertenecen a la casta de parásitos que se benefician de los contribuyentes, tal es el caso de los grupos de presión que apoyan al gobierno.