Rothbard y los “Come Hierba”

El anarcocapitalista Murray N. Rothbard en el “Manifiesto libertario” analizaba el caso de corrupción ocurrido en la Policía de Nueva York en 1971, cuando la Comisión Knapp encabezada por el juez Whitman Knapp descubrió cómo los policías estaban involucrados en distintos negocios ilícitos que habían sido declarados ilegales.

Gracias a esta investigación, se pudo establecer dos tipos de policías corruptos: los “grass eaters” o los “come hierba” que eran policías que aceptaban propinas de contratistas, comerciantes, operadores de grúa, jugadores de azar, etc., para “mirar a otro lado”, “hacerse a los locos”, como si no se enteraran de lo que acontecía. Estos no perseguían conscientemente a los infractores, entonces comían pasto de vez en cuando; mientras los “meat eaters” o los “come carne” eran los policías que pasaban una buena cantidad de tiempo buscando agresivamente situaciones ilegales donde explotar y ganar dinero de negocios ilegales, por ejemplo, estaban involucrados directamente con los proxenetas, narcotraficantes, ladrones, aprovechándose de estos delincuentes por ser considerados como la basura de la sociedad.

Los policías prefieren perseguir algunos “delitos sin víctimas” porque resulta muy apetitoso morder ahí, se trata de negocios donde se maneja mucho dinero, por lo que la comisión por “mirar a otro lado” puede ser muy atractiva, mientras que perseguir otros delitos puede que no les reporte ningún “beneficio”. Entonces es necesario recordar, dice Rothbard, que existe una vital distinción en el crimen, porque puede ser “malum in se” (inherentemente malo) o meramente “malum prohibitum” (malo porque está prohibido). Lo que es malo por sí, está calificado así por la sociedad en todo tiempo y espacio, por ejemplo: matar, violar, robar, asaltar; es una invasión a la persona como diría un libertario; pero los “delitos sin víctimas” son crímenes por orden gubernamental, por ejemplo: el contrabando, narcotráfico, agio, evasión de impuestos, especulación, construcción irregular, prostitución, juegos de azar, etc. La corrupción surge en mayor medida en crímenes de la segunda categoría. En el caso del contrabando, que es una actividad legítima anterior a la creación de cualquier Estado donde comerciantes importan mercaderías, está en manos del policía quien pasa y quién no la frontera. En Nueva York, un policía declaró que si aplicaban la ley completamente, no hubiera sido posible terminar ninguna construcción por la cantidad de normas absurdas.

Entonces, el Estado otorga privilegios a los policías para que estos repartan licencias y permisos a su elección y discrecionalidad. No sólo eso, son también fuente de monopolio porque privilegian a sus amigos frente a los demás, a quienes persiguen con saña. No por nada, quienes se oponían a la abrogación de la Ley Seca en Estados Unidos en 1933 pertenecían a la mafia organizada, lo mismo pasa con las drogas hoy en día, la prohibición beneficia a la mafia con vínculos gubernamentales.

Analizando objetivamente este asunto, incluso la corrupción puede traer algún tipo de beneficio: “…dadas las leyes desacertadas e injustas que prohíben, reglamentan y gravan ciertas actividades –dice Rothbard– la corrupción es muy beneficiosa para la sociedad. En muchos países, si no existiera la corrupción para hacer nulas las prohibiciones, los impuestos y las exacciones del Gobierno, no habría virtualmente ningún comercio o industria que pudiera funcionar. La corrupción aceitea las ruedas del comercio. En consecuencia, la solución no consiste en deplorarla y redoblar los esfuerzos para desarticularla, sino en derogar las políticas y leyes anquilosantes del Gobierno que la hacen necesaria”. Esta medida lograría que el Estado se centre en perseguir los verdaderos crímenes y objetivos, entre otras cosas.