El mercantilismo de Mauricio Hochschild

Las investigaciones que realiza mi amigo Raúl Rivero Adriázola, lo llevaron a descubrir un artículo del Dr. Mauricio Hochschild que titula: “Saliendo de la Crisis” publicado el 12 de enero de 1934 en El Diario, copia que generosamente llegó hasta mis manos, en el mismo se puede evidenciar un análisis de la crisis internacional que involucraba a países desde Alemania hasta Estados Unidos.

Recordemos que durante esos años cayó el precio del estaño, provocando pánico entre accionistas franceses, chilenos y bolivianos, que fue bien aprovechada por el empresario alemán para comprar acciones del Cerro Rico, Colquiri, Bolívar, Porco, San José, Itos, Morococala, Matilde, Caracoles y Bolsa Negra en Bolivia, convirtiéndose en uno de los tres “Varones del estaño”.

En su texto, apostaba porque el mundo saldría de la crisis como en épocas anteriores: “Nuevamente estamos comprobando que solamente se aprende con la propia experiencia y para salir más rápidamente de la situación actual, debemos dejar a un lado las pasiones y mirar de frente los hechos económicos. Cada día dependemos más los unos de los otros; para triunfar, tenemos que basarnos en cooperación constante… El capitalismo de hoy no es el capitalismo de hace un siglo, ni será el capitalismo de mañana. Nuevas necesidades van introduciendo en los regímenes modalidades diferentes y obligan adoptar ideas que vienen de los campos socialistas o de cualesquiera otros… Los negocios privados mismos evolucionan y muchas veces piden la ayuda y el control de los gobiernos para determinadas actividades. El cartel del estaño que ha permitido mantener el trabajo de esta industria y levantar los precios a términos razonables, ha sido puesto bajo el control de los gobiernos, que hacen cumplir convenios celebrados por los productores. Los gobiernos pueden prestar siempre una cooperación y asegurar el cumplimiento de los convenios. Pero no hay razón alguna para que el antiguo ‘laissez faire’ deba ser reemplazado por un ‘laissez Mussolini, o Hitler, o Roosevelt faire’. La naturaleza debe seguir su curso y nosotros aprovechar sus lecciones.”

La última parte del texto, confunde a muchos lectores que pueden calificar a Hochschild como defensor de la libertad económica, pero esto no fue así. El capitalismo competitivo tiene únicamente al mercado como regulador de la oferta y de la demanda, la naturaleza del capitalismo competitivo no espera adoptar “ideas que vienen de los campos socialistas o de cualesquiera otros”, menos aún, el capitalismo competitivo aconseja que “los negocios privados mismos evolucionan y muchas veces piden ayuda y el control de los gobiernos” esa no es la naturaleza del “laissez faire” sino más bien es la naturaleza del “laizzes Estado faire”, aquel Leviatán que ha causado la crisis económica mundial de 1929 y ha propiciado que personas como Hochschild aprovechen y se hagan inmensamente ricos en detrimento de otros inversionistas.

Los empresarios amigos de los políticos que les otorgan la “ayuda”, intervienen el mercado con controles para beneficiar a sus amigos, compadres, clientes brindándoles beneficios, privilegios, subvenciones, monopolios a cambio de dinero, dádivas, coimas, regalos, etc. Esta práctica ha sido tiernamente llamada capitalismo de estado pero debe denominarse mercantilismo, una manera de vivir a costa de otros, extendida hasta nuestros días.

Hochschild nos explica muy bien cómo funciona esa alianza estatista-empresarial: “El cartel del estaño que ha permitido mantener el trabajo de esta industria y levantar los precios a términos razonables, ha sido puesto bajo el control de los gobiernos, que hacen cumplir convenios celebrados por los productores. Los gobiernos pueden prestar siempre una cooperación y asegurar el cumplimiento de los convenios…”, Hochschild y la mayoría de empresarios exitosos unidos en carteles mafiosos que hacen negocios con el Estado, antes y ahora, son producto de las acciones políticas, son producto de la burocracia, leyes e instituciones que se crean para favorecer a los amigos. Aquí nada tiene que ver el mercado y la competencia. Mientras esto ocurre con algunos privilegiados, millones de emprendedores luchan sin ayuda, más bien, enfrentan las barreras tributarias, laborales y arancelarias que les pone el Estado.